Santa Pau, en la Garrotxa, es uno de aquellos municipios que parece que nunca se acabe. Siempre te marchas de él con la sensación de que todavía te queda mucho por descubrir. Santa Pau tiene historia: un pueblo que conserva su legado medieval en sus murallas, la plaza porticada, el castillo y sus calles empedradas, angostas y empinadas. Santa Pau es naturaleza en estado puro: la inmensidad del umbrío hayedo de En Jordà y la espectacularidad de su tierra de volcanes, como el de Santa Margarida o el Croscat. Si no has estado nunca aquí, ven. Y si ya has estado, vuelve. Santa Pau no se acaba nunca.