¿Tienes ganas de visitar un poblado ibérico en tu paso por la Costa Brava? Hoy podrás descubrir qué posibilidades tienes y otras muchas cosas más de esta civilización tan misteriosa y ancestral.
Los íberos son una de las primeras civilizaciones que habitaron las costas del litoral mediterráneo de la península Ibérica, dejando vestigios de sus poblados, obras de arte, tumbas y templos entre otros restos por todo el territorio.
A pesar de ser una sociedad suficientemente avanzada, no se les suele dar el peso histórico merecido en los libros de texto ni en el imaginario cultural, por lo que, para la mayoría, los íberos fueron una civilización desconocida que desapareció con la conquista romana.
Hoy, te enseñaremos quiénes eran los íberos, concretamente los que habitaron en la Costa Brava, y cómo su gran patrimonio cultural nos ha llegado hasta nuestros días ofreciéndote un gran abanico de visitas por la zona. ¿Te lo perderás?
El primer dato relevante que debes saber de los íberos es que nunca existieron como un grupo unificado. De hecho, esta denominación es posterior y puesta por los historiadores para referirse a todos los grupos que habitaron el territorio antes de los romanos.
El grupo de íberos que habitaban las comarcas de Girona y en la Costa Brava eran los indigetes, también conocidos como indigesquios o incluso indiketes en latín.
Estos establecieron importantes relaciones comerciales con las colonias griegas de Empúries y Rhode, restos de los cuales se pueden visitar en los actuales municipios de L’Escala y Roses respectivamente.
Aunque se han encontrado restos arqueológicos anteriores, los poblados indigetes datan principalmente de finales del siglo VI aC, inmediatamente posteriores a las colonias griegas de la zona.
Así pues, no es raro pensar que los griegos tuvieron una influencia notable en la cultura indigete, algo que se ha confirmado en otros aspectos culturales de estos primeros pobladores.
¿Qué poblados ibéricos destacables de los indigetes han perdurado en el tiempo hasta llegar a nuestros días? A continuación, podrás conocer todo este patrimonio de gran valor y descubrir una nueva vertiente de la Costa Brava que quizás no sabías.
A lo largo de toda la línea de la costa y sobre todo en las comarcas del Empordà, se encuentran los restos de numerosos asentamientos íberos de diferentes tamaños e importancia.
Algunos de ellos han llegado a la actualidad en un muy buen estado de conservación y son visitas obligadas para todos los que visiten la Costa Brava y los pueblos interiores. Ahora te enseñaremos cuáles son.
Situado en el extremo noroeste del municipio de Lloret de Mar, en lo alto de la colina de Montbarbat; este poblado íbero tiene una de las posiciones más estratégicas de toda la zona.
Desde allí, sus habitantes podían controlar toda la llanura circundante que, además, era utilizada como eje de comunicaciones entre los distintos poblados y hacia el resto de Europa.
En cuanto a los hallazgos del yacimiento, se puede distinguir una muralla que rodeaba a toda la población, aunque actualmente sólo se conserva un trozo; además de una retahíla de casas bastante organizadas en calles que demuestran la habilidad de los íberos para el urbanismo.
Por otra parte, el poblado de Montbarbat nos ha dado un montón de piezas de cerámica, algunas elaboradas allí mismo y otras de importación; poniendo de manifiesto las relaciones comerciales de los íberos con griegos y otras civilizaciones mediterráneas.
En la misma localidad de Lloret de Mar puedes encontrar el poblado íbero del Puig de Castellet, esta vez un poco más cerca del litoral y a menor altura.
La investigación en este asentamiento, nos indica que estuvo ocupado de forma bastante efímera. Todo apunta a que se creó durante el siglo III aC y que la llegada de los romanos alrededor del año 200 aC impulsó su abandono.
La hipótesis más plausible es que el poblado del Puig de Castellet actuó como un punto de avanzada estratégico para la defensa del poblado principal de Montbarbat y se construyó cuando las hostilidades entre los indigetes y Roma hacían peligrar la seguridad de las personas .
Aunque el recinto sea pequeño, podrás descubrir un poblado ibérico fortificado con todas sus características y que te servirá para entender la historia de los indigetes de Lloret.
El poblado íbero de San Sebastián de la Guarda se encuentra en el municipio de Palafrugell, justo encima de la montaña que lleva el mismo nombre del pueblo y que le da una vista privilegiada al mar y al territorio de los alrededores.
Se trata de un poblado que duró varios siglos y que seguramente tuvo un peso estratégico muy importante en la región. Sin embargo, es difícil saber su extensión total, dado que una parte debía de ser destruida por edificaciones posteriores.
El poblado es un gran ejemplo de asentamiento ibérico de larga duración; habitado hasta el siglo I aC cuando los romanos empezaron a edificar en la vecina Llafranc y todas las poblaciones íberas empezaron a ser abandonadas.
Hay ciertos elementos distintivos que convierten a San Sebastián en un lugar único, como lo son dos estelas funerarias decoradas con puntas de lanza que no se han encontrado en ningún sitio más.
Llegamos ahora a la estrella de todos los poblados ibéricos de Cataluña, un yacimiento que ha llevado a que historiadores y arqueólogos le identifiquen como ciudad y no como un simple pueblo. Estamos hablando obviamente de la ciudad ibérica de Ullastret.
La inmensidad de este yacimiento, la presencia de casas señoriales y la prominencia de las murallas; hacen pensar que Ullastret era la capital de los indigetes. La población está dividida en dos partes: la primera sobre el monte de Sant Andreu, donde se encuentran la mayor parte de construcciones; mientras que la segunda estaba situada en la isla de Reixac del desaparecido estanque de Ullastret, a unos 500 metros al noreste.
Los restos más antiguos del asentamiento datan del siglo IV aC y se ha podido comprobar que en ese mismo siglo, triplicó su extensión. Se trataba, pues, de un punto neurálgico para la cultura indigeta y un centro de comercio e intercambio de ideas entre las poblaciones.
A diferencia de otros poblados más pequeños, en Ullastret se han descubierto los cimientos de casas aristocráticas, indicando así que no todo el mundo tenía el mismo estatus social. Además, requirieron cierta organización para construir la ciudad dado que una construcción de estas dimensiones es imposible sin una coordinación notable.
Si te interesa la cultura ibérica, la ciudad de Ullastret es una visita indispensable y podrás descubrir con todo detalle cómo vivían estos pobladores ancestrales del litoral catalán.
Volviendo ahora a poblados ibéricos menores, una parada muy interesante se encuentra en Sant Julià de Ramis. Aunque no resalta por su espectacularidad, lo más destacable de este poblado es su fusión con una construcción militar romana.
Esto indica claramente la importancia estratégica de este punto, ya que ambas civilizaciones lo eligieron para construir sus fortines. La construcción romana recibe el nombre de Castellum Fractum y servía para controlar la Vía Augusta que conectaba toda la costa mediterránea de la península con la propia Roma.
Aunque podría parecer que ambos asentamientos están conectados de algún otro modo, en realidad no es así. El poblado ibérico estuvo habitado hasta su abandono en el siglo I aC, después de la conquista romana; mientras que la fortificación romana data de la época imperial, hacia el siglo V dC.
Por último, nos queda por ver el magnífico poblado íbero del Castillo, en Palamós. Como su nombre indica, se encuentra junto a la playa del Castell en una zona elevada y esto le da unas vistas espectaculares en uno de los puntos más bonitos y naturales de la Costa Brava.
Pero no todo son buenas vistas, además este poblado ibérico es considerado el segundo en importancia después de la ciudad ibérica de Ullastret. Tras el abandono de la capital, el pueblo pasó un momento de esplendor ya en plena romanización, siendo uno de los pocos asentamientos que sobrevivió a la llegada de los romanos; al menos hasta bien entrado el siglo I aC.
El escarpado relieve del lugar, obligaron a los habitantes a construir terrazas para asentar sus viviendas y su posición defensiva permitió que sólo tuvieran que construir un sector de muralla en la parte que los conecta con tierra firme.
Si visitas la playa del Castillo o alguna de las calas cercanas, no puedes perderte este poblado ibérico que además te dará unas espectaculares vistas de los alrededores.
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